martes, 31 de mayo de 2016

                Buenas chicos y chicas, hoy os escribo mi primer creepypasta. Quiero aclarar que son los creepypastas por si alguien no lo sabe. Son historias de terror creadas en Internet, algunas son de un personaje en concreto como Slenderman o Jeff The Killer y otras, como la que os voy a contar sobre un hecho extraño o paranormal. Cabe aclarar que  estas historias son eso cuentos, solo sus autores saben la parte real y la ficticia. Concretado esto empecemos.

                Era un Lunes especial, no había escuela y hacia un precioso día de primavera. Sin embargo, como los demás chicos de mi edad, tenía que prepararme los exámenes finales. Pase el día estudiando y para cuando me quise dar cuenta eran las nueve y media. Tenía que aprovechar esos minutos de luz para sacar a mi perra Pegui.
            Siempre seguía el mismo camino, y hoy no era la excepción, crucé la calle principal hasta llegar al gran túnel que conducía al sendero del rio. Baje, como siempre, los escalones que llevan al camino. Con mis cascos a tope, escuchando la primera canción que conseguir alcanzar de mi móvil, crucé enfrente del bar repleto de gente ruidosa y perros con amos irresponsables. Sin mirar a nadie a la cara llegue a mi parte favorita del trayecto. Un ancho camino de tierra rodeado de frondosos árboles. Es un  camino precioso pero ya no volveré jamás, no después de lo que vi.
            Ese día camine más de lo normal, me separe más de un kilometro del bar y para cuando me quise dar cuenta la noche ya me cubría. Nunca me ha asustado la oscuridad, es más, siempre encontré esa paz y tranquilidad que escasea en la vida diaria. Camine despacio, sin prisa, Pero parecía que mi perra ansiaba salir del camino que tantas veces habíamos recorrido. Empecé a notar como su ritmo se aceleraba más de lo normal y como a cada pocos pasos se giraba y miraba el bosque detrás de nosotras.
            No estábamos ni a medio camino cuando mi perra empezó a correr sin motivo aparente. Me quite los cascos y no pude dar crédito a lo que oí. Una fuerte respiración sonaba a pocos metros de donde estábamos. Sin dudarlo empecé a correr. La respiración se oía cada vez más cerca, pero solo eso, ni un pájaro piar, ni un coche atravesar la lejana carretera, ni siquiera a la gente del bar situado a menos de 100 metros de nosotras. Todo era un silencio digno de cualquier película de terror, solo interrumpido por los jadeos de aquel ser y mis pisadas en el camino de tierra.
            Finalmente llegue al bar, no fue, sin embargo algo tranquilizador pues, lo que hace apenas media hora estaba repleto de gente ahora parecía abandonado. Por supuesto las luces tintineantes de las farolas rotas no animaban ese lúgubre escenario. Por lo menos aquel susurro se quedó en el camino.
            Ya, más calmada, empecé a subir los 236 escalones que me separaban de la ciudad. La tranquilidad duró poco, pues otra vez mi perra aceleró el ritmo, esta vez arrastrándome cuesta arriba. No había jadeos, ni cualquier otro ruido extraño. Pero solo con alzar la vista atrás comprendí el por qué de su reacción. Un gran animal  de pelaje negro y ojos ambarinos nos observaba al pie de la escalinata. Un escalofrío cruzo mi cuerpo y corrí como alma que lleva el diablo.
            A pocos metros de llegar al túnel me permití el lujo de parar a respirar, he de aclarar que no destaco por mi resistencia física por lo que lo de correr cuesta arriba todo el camino fue solo posible por el pavor que me causó el animal. De nuevo, me propuse terminar mi trayecto cuando un gato cruzó justo por mis narices dando un salto de un árbol cercano. Mi susto fue tal que caí de culo contra el suelo. Fue entonces cuando lo vi de nuevo. Esos ojos ambarinos clavados en mí tras la maleza, preparados agazapados a lanzarse a su presa, que tenía toda la pinta de ser mi persona. Pero no me rendiría, agarré con fuerza la correa que mantenía unida a mi fiel amiga. Me levante y corrí tan rápido como pude hacía la civilización. Sentía el aliento de ese ser clavarse en mis tobillos, no tenía nada que hacer, me alcanzaría. Cuando algo inesperado ocurrió. Mi ahora heroína Pegui  lanzó un mordisco al aire que, aunque no consiguió alcanzar a la bestia nos dio el tiempo suficiente para que nosotras consiguiéramos llegar a un sitio donde el ser no se atrevería a alcanzarnos.
            Ya a pocos metros de mi casa, me senté en un portal a ver los coches pasar, la luz de los faros me recordaban a esos terroríficos ojos de la bestia. Y ahí pase veinte largos minutos preguntándome si todo aquello había sido real. Si de verdad hay una bestia que no pondría ningún reparo en atacarnos viviendo a pocos metros de mi casa. No sé lo que vi, pero sé que es real, y créeme cuando te digo que no volveré a acercarme a aquel camino maldito que sigue causándome pesadillas desde aquel fatídico día.


             Bueno y esto ha sido todo, por favor comentad que os ha parecido, es mi primera historia de terror y me encantaría que me dierais algún consejo para mejorar. Un saludo y un besazo de una más.

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